Llegan los fríos y la ciudad vuelve a cubrirse de niebla. Aromas intensos de invierno. La gente pasea por la ciudad. Qué valor con el frío que hace.
Llueve sobre los tejados. Menos mal que aquí sentada al lado del fuego se está muy bien. Más y más personas. ¿Por qué la gente no se queda en casa?
Desde los cristales de mis gafas las luces de invierno siempre se ven turbias, nubladas; mientras que de las bocas de las personas sale ese inconfundible vaho, cálido y dulzón. En invierno todo es vapor.
Ahora las gotas de lluvia saltan en los charcos con más intensidad. Mis huesos reumáticos no aguantarían ese frío. Qué loco hay que estar para salir de casa…
- Un cartucho de castañas, por favor.
- Sí, como no…
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